Esta semana en La Habana, Cuba, el cantautor Silvio Rodríguez fue galardonado con el Premio Nacional de Música como uno de los baluartes de esta isla, así como una de las cabezas del que fue en su momento el movimiento de la Nueva Trova, lo cual me permite hacer algunos comentarios sobre él y su prolífico trabajo.
Académicamente e intelectualmente siempre he tenido un interés particular hacia los movimientos revolucionarios de izquierda que se han gestado en distintas partes del mundo aparte de los cambios que ejercen en las estructuras sociales y jerarquías políticas gran importancia toma la política cultural que se gesta alrededor de estos movimientos.
Éstos se yerguen en vocero ideológico, medio de cohesión nacional, legitimador al exterior y termómetro de la salud del régimen. Es en este contexto que surgen personajes como Vladimir Maiakovski gran poeta de la Revolución Rusa, el cantante Mejía Godoy y la poetisa Gioconda Belli para la Revolución Sandinista en Nicaragua, el poeta Nicolás Guillen y el cantautor Silvio Rodríguez para la Revolución Cubana entre otros.
Fue en esa curiosidad sobre Cuba que descubrí no hace muchos años a Silvio Rodríguez, mi primer contacto fueron sus canciones urgentes, donde expresaba sus temores hacia el belicismo imperialista de sus vecinos, hacía crónica del proceso Nicaragüense, o hacía épica de la fuerza moral y el derecho a persistir de su Revolución, todo acorde con ese apostolado del internacionalista que tiene todo revolucionario cubano heredado por el Che Guevara al perder la vida en Bolivia y refrendado por Fidel Castro en la Segunda Declaración de la Habana en febrero de 1962.
Después fui escuchando sus canciones de amor, desamor, lucha social, etc. desde su emblemática “Ojala”, pasando por la joya que es “Te doy una canción” y la declaración de compromiso ideológico y social pese al acoso en “El Necio”, de su mano escuché otros cantautores cubanos de gran valía como Pablo Milanés, Noel Nicola, Vicente Feliu, Liuba María Hevia, Amaury Pérez, Frank Delgado, etc., etc.
Silvio, heredero de ese socialismo real, era incapaz de trabajar sobre una imagen subjetiva, es por eso que su obra está llena de imágenes vívidas, fuertes crónicas de lo que ve, oye, huele y siente. Por eso incluso cuando le escribe una canción a su amada ve la ciudad que se derrumba y grita PATRIA, es por eso que debes amar “la arcilla que esta en sus manos”, es por eso que ve la labor del formador del hombre nuevo como el proceso de la maza sobre la cantera y pregunta que sería el uno sin el otro “un testaferro del traidor de los aplausos, un servidor de pasado en copa nueva, un eternizador de dioses del ocaso, júbilo hervido con trapo y lentejuela.” (la maza, 1979)
Podrán criticarle cualquier cosa, su trabajo político, su fidelidad a un gobierno que no es del agrado de todos, su labor en estudios ojala, e incluso su poca disposición a interactuar con los medios pero nadie podrá negar su coherencia. El vive, trabaja y ha de morir como piensa, su compromiso hacia la causa del proceso evolutivo de su Revolución es innegable y sello propio de su obra y su labor intelectual.
Silvio es el formador, el creador, el brujo, el que trabaja incansablemente en pos del gran proyecto; Silvio es el que nunca deja de aprender, de crecer, de evolucionar de sorprender; Silvio es embajador e ícono de la cultura Cubana en el mundo y cantautor endiosado por miles de personas atraídas por sus canciones.
Académicamente e intelectualmente siempre he tenido un interés particular hacia los movimientos revolucionarios de izquierda que se han gestado en distintas partes del mundo aparte de los cambios que ejercen en las estructuras sociales y jerarquías políticas gran importancia toma la política cultural que se gesta alrededor de estos movimientos.
Éstos se yerguen en vocero ideológico, medio de cohesión nacional, legitimador al exterior y termómetro de la salud del régimen. Es en este contexto que surgen personajes como Vladimir Maiakovski gran poeta de la Revolución Rusa, el cantante Mejía Godoy y la poetisa Gioconda Belli para la Revolución Sandinista en Nicaragua, el poeta Nicolás Guillen y el cantautor Silvio Rodríguez para la Revolución Cubana entre otros.
Fue en esa curiosidad sobre Cuba que descubrí no hace muchos años a Silvio Rodríguez, mi primer contacto fueron sus canciones urgentes, donde expresaba sus temores hacia el belicismo imperialista de sus vecinos, hacía crónica del proceso Nicaragüense, o hacía épica de la fuerza moral y el derecho a persistir de su Revolución, todo acorde con ese apostolado del internacionalista que tiene todo revolucionario cubano heredado por el Che Guevara al perder la vida en Bolivia y refrendado por Fidel Castro en la Segunda Declaración de la Habana en febrero de 1962.
Después fui escuchando sus canciones de amor, desamor, lucha social, etc. desde su emblemática “Ojala”, pasando por la joya que es “Te doy una canción” y la declaración de compromiso ideológico y social pese al acoso en “El Necio”, de su mano escuché otros cantautores cubanos de gran valía como Pablo Milanés, Noel Nicola, Vicente Feliu, Liuba María Hevia, Amaury Pérez, Frank Delgado, etc., etc.
Silvio, heredero de ese socialismo real, era incapaz de trabajar sobre una imagen subjetiva, es por eso que su obra está llena de imágenes vívidas, fuertes crónicas de lo que ve, oye, huele y siente. Por eso incluso cuando le escribe una canción a su amada ve la ciudad que se derrumba y grita PATRIA, es por eso que debes amar “la arcilla que esta en sus manos”, es por eso que ve la labor del formador del hombre nuevo como el proceso de la maza sobre la cantera y pregunta que sería el uno sin el otro “un testaferro del traidor de los aplausos, un servidor de pasado en copa nueva, un eternizador de dioses del ocaso, júbilo hervido con trapo y lentejuela.” (la maza, 1979)
Podrán criticarle cualquier cosa, su trabajo político, su fidelidad a un gobierno que no es del agrado de todos, su labor en estudios ojala, e incluso su poca disposición a interactuar con los medios pero nadie podrá negar su coherencia. El vive, trabaja y ha de morir como piensa, su compromiso hacia la causa del proceso evolutivo de su Revolución es innegable y sello propio de su obra y su labor intelectual.
Silvio es el formador, el creador, el brujo, el que trabaja incansablemente en pos del gran proyecto; Silvio es el que nunca deja de aprender, de crecer, de evolucionar de sorprender; Silvio es embajador e ícono de la cultura Cubana en el mundo y cantautor endiosado por miles de personas atraídas por sus canciones.
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