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Internacionalista, sobreviviente de las crisis periódicas de este país, asiduo lector, crítico feroz, miembro permanente de las huestes utópicas.

jueves, agosto 27, 2009

Como han pasado los años...

Antes que nada me disculpo por la poca actividad del blog el último mes, pero el trabajo me has estado absorbiendo el poco tiempo libre que tenía jeje, ¿como han estado? ¿que tal la familia? espero que se encuentren maravillosamente, yo trato de hacer lo propio para seguir adelante por los sinuosos caminos de la vida.

Hoy desperté como todas las mañanas, tome un buen regaderazo y después de cambiarme para el trabajo tomo con las prisas, en el coche, mi cereal favorito (el de almendras con miel), llego al trabajo saludo a los compañeros y todo sigue el curso esperado, lo siento como un día normal, y lo es pero algo mas esta sucediendo.

Es algo simbólico, algo emocional, tal vez un poco físico también, pero resulta que hace apenas unos días he completado mis primeras 30 vueltas al sol, y no es la gran cosa pero a veces se siente como una loza sobre la espalda jaja.

"Es un punto inflexión" alguien atina a decirme, es cuando la sociedad oficialmente considera que se abandona la juventud y tienes que convertirte por decreto en un adulto responsable, atado a las esperanzas (¿expectativas?) que como grupo se tienen sobre ti, el momento en que deja uno de chocar con el status quo y demas tonterías que les pasan por la cabeza.

¡Ah que caray! esa no me la sabía jeje, yo por lo pronto estoy feliz de seguir ocupando un espacio en este plano terreno, de tener una mente para pensar y un medio para expresar lo pensado. Estoy feliz por tener una gran familia que está detrás de cada paso que doy y de tener unos maravillosos amigos con los que transito esta senda compartida que es vivir.

Les mando a todos un fuerte abrazo.

martes, agosto 04, 2009

Felices los normales - Roberto Fernández Retamar

Felices los normales, esos seres extraños,
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras.

Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,
Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos
Que sus padres y más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes.
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.