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Internacionalista, sobreviviente de las crisis periódicas de este país, asiduo lector, crítico feroz, miembro permanente de las huestes utópicas.

jueves, diciembre 02, 2004

De la vida y la justicia


“Para todos hay lugar en la cita de la victoria”

Ayer por la noche veía un programa norteamericano llamado “Dead like me” en la cual una persona ya muerta y en un estado intermedio hacia su lugar en la eternidad increpaba contra el creador, hacía visible su rencor y frustración, al ser cuestionado si se debía porque él dejo que muriera de esa manera, el negó y agregó que se debía a que permitió que viviera de esa manera. Que Dios no quería a todos sus hijos de igual manera, segregando de la vida a los “freaks” lo cual me puso a pensar en la vida, como ese tortuoso camino a seguir hasta que nos sega el final de los días y la inherente justicia que debería ser compañera de la sobrevivencia.

Pero ¿Cómo pensar en un mundo de iguales?, cuando en este mundo existen personas más iguales que otras, donde la fortuna, el éxito, la autorrealización o todo lo contrario viene de la mano de la cuna y la familia donde te tocó ver la primera luz, que aspiración aquellos indígenas que nacen en condiciones pauperrimas ya sea en la sierra de Hidalgo o en el sur de Nuevo León desnutridos como están y sin acceso a centros educativos de calidad que haga más fácil su aspiración a un futuro mejor.

¿Cómo pensar en un mundo justo?, Si la ley y el sistema están al servicio de los poderosos, donde todos somos víctimas de alguien a la vez que victimamos a alguien mas completando el circulo vicioso que nos reafirma como participantes activos en la caótica y miserable realidad.

¿Cómo pensar en un mundo de amor? Cuando el miedo y las tortuosas relaciones de explotación nos llevan a odiar a nuestros semejantes, odiamos a nuestros gobernantes, a nuestros empleadores, a nuestros vecinos, a los gandallas conocidos y por conocer, son pocas nuestras expectativas de los demás e incluso de nosotros mismos.

Hay quien hace apología del libre albedrío, del darwinismo social, de la justicia selectiva, del canibalismo político o de la opresión del proletariado por la burguesía

Hay quien justifica la masacre del débil, por débil, como consecuencia del privilegio de prevalecer para el más capacitado, del mejor, siendo imposible que las cosas sean distintas pero lo inaceptable, lo miserable sería coincidir, es obligación hacer lo posible, mucho o poco, en pos de reducir brechas y brindar oportunidades para alcanzar la sobrevivencia y el desarrollo de los desposeidos en base a políticas públicas que acabe de la depredación de nuestros semejantes y nos permita redimirnos como especie.

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